Corre
el metro subterráneo y ya es de noche.
Por
el túnel húmedo y feroz.
Pasan
las luces de neón a 60 Km/h
Te
poseo sumergido en el metro
y
en el vagón incorrecto.
Mi
boca abierta la contempla, inquisidora,
esa
vieja tenebrosa con su anciano esposo
y
la hija domadora con sus labios y deseos pulcros.
Te
poseo
en
el metro sumergido.
Como
espolón y como proa mi nariz se hunde ciega
entre
las húmedas que asoman hembras
resistiendo
con sus pasamanos resbalosos
y
a sus barandas manos altas sosteniendo.
Se
abren las puertas interruptus
y
subo las éticas escalas y sus esclusas
hasta
el taxi que busca con sus bajas luces;
blancas
piernas y con apuro.
Olor
de mi cerveza y menta
hiela
mis pulmones.
Mientras
pienso en ti, llena de trenzas,
regreso
a casa.
Y
ya es de noche sin amputaciones.