En
tu hemisferio y en tu paisaje.
Allí
estará
lo que no has vencido.
Junto
a los hijos tuyos y los amantes.
En
todos los ruidos de tu casa
soy inmortal.
En
mí está
tu raíz de viento mecida,
el
centro de tus pensamientos
y
más.
Me
apodero de todo lo que tocas:
las
iglesias, las ataduras y las voces
y
no me detengo ni en la carne de tus huesos
pues
codicio más de esta música que me acaricia.
Los
pájaros, la hierba y el hambre
son
tuyos, al igual que la muerte.
Pero
todo fue primero mío.
Te lo dije:
Te lo dije:
soy inmortal.
Y
más.