La
liturgia del amor que yo practico
es un
método
que
cohesiona mi lógica y mi libido.
Automatizo
lo que de mí tocas;
el
aroma, las ondulaciones
para en
definitiva saberte
y en eso
no transo,
Para ser
exacto
no apelo
a ningún sentido
excepto
el tacto.
Es mi
táctica mirar fijo
no suponer
tus funciones
y
adivinar que enmudeces
a nada
sabes y que no hueles .
Es un
rito palpar los nudos,
un
músculo;
saber de
la tráquea
del
cráneo pulcro
comulgar el deseo en tus vértebras,
tocar
entre ellas el orden
ciego y
sordo,
en
equilibrio; flexibles a mí
y
analizar la simetría de tus huesos.
Mi
sentido matemático proviene del asombro.
Está
allí, en ti,
el
dominio de la sustancia pura
donde lo
mejor es mi tacto.
Y mi
piel de tarde,
que es
una cinta de extensión
mi
órgano sexual más grande,
requiere
saber el concepto inequívoco
de tu
existencia en tiempo y energía
de tus
órganos asociados en combinación precisa
a mi
organismo.
De ti
Soy el
erudito.