Tengo toda la noche en las venas – Paul Eluard

30 y 31 Están hechos de noche, de mordeduras, de besos, de insomnio, de veneno, de éxtasis y odios

Oler y beberte del talón a las rodillas,
de las rodillas al pubis de los tentáculos,
del pubis al corazón maldito
aunque el tic-tac me trague,
aunque el sol me ciegue
me transfigure la noche en drácula
en pene lobo en momia el alma.
Tengo que amarte lleno de líquidos
con odio, con sal. Contigo he de volar
sobre tu casa sobre la plaza sobre el desván
sobre los puentes sobre la urgencia
sobre ti pleno de ira
En el muelle, en los gaviones
en ese faro al fin de la vía,
con blasones y con viajeros,
con furor prudente y en esa esquina
antes que nada, del plenilunio
antes del gusto y del placer vehemente
Entre los buses, en cada patio del vecindario
en hospitales y en cementerios, en cada diente
en cada torre, en la jugada,
en ajedrez ,corre el anillo
tablero chino;  tengo que amarte,
bajo las nubes, bajo el sudario.

Bajo tus ancas,
junto a tu oído, he de escucharte tieso,
he de intentarlo todo;
sensato en cada prisa,
urgente en cada cosa
y sabio casi perfecto.
Y he de olvidarte
al lado inerte de tu moral
al lado ofidio de tu barriga
al lado sur de tu risotada
al lado triste de tu paloma
al lado bajo de tus sentidos
al lado oscuro del corazón
He de olvidarte yo.
Primero yo.

En el aire de la noche como dice la canción
En el vaho de Dios pero en inglés
En la humedad de las calles a vapor del siglo pasado
En la bruma de las tardes sin pan
En el quiosco de la plaza de la independencia de la patria total
En el discurso de la república eufórica
En el talón impar que olvidaste en la alcoba del crimen
En el cocorococó de los coitos y orgasmos
En lo etéreo de los cielos que están investigando los peritos
En lo aéreo de mis huesos de ave pilucha y mi origen volcánico
En el ancla sacramental de alguna tesis sobre tsunamis
En la nube de este día implacable  del Perpetuo Socorro
En el derrotero del tótem y su élite vegetal, la selva
En el ebrio nocturno del vino permeable
En el duro balazo de luna donde pediste perdón
En el mayúsculo  absurdo de tu sexo minúsculo
En la velocidad de la lluvia que ha sido controlada por radar
En viento azul a mi pecho y mis tetas y  huecos
En la brisa sutil de tu sublime dedo sin uña
En el poco dinero que padeces y la erudición que mitigas
En el vértigo de las olas más  grandes que la cresta
Y en todo lo que hice por ti
En el gas perfecto de estos versos malignos que me atoran
En lo efímero de mis suspiros felinos
En lo remolino del narcótico y su desierto
En el humo del automóvil artero donde mentí
por otros amores que nunca supiste
En el aire que traficó bajo todos los barcos, todos los pájaros
En mis senos
que es donde se acorta el aire común y corriente
y donde siempre babeas
En las turbinas del primer avión que con mis muslos cogí
En las plumas del cóndor lila también
En lo más alto del aire donde navegan las hembras mejor
En el beso del ángel y en el beso francés
En el blanco pañuelo del adiós, mi amor.
Vuelo entera y campante
Vuelo sola y sin ti.
Adiós.
Aquí te dejo.

Y si quieres me olvidas primero.
Este es mi poema final.