A
la muchacha del árbol de las manzanas
Al
polvo de los dinosaurios
Al
monstruo de esa Laguna Negra
Pertenezco
a lo indivisible, a lo efímero y a los incrédulos
Pertenezco
a los criminales, al mal y a la
Biblia
a
los obreros, a los sueños, y a toda casa
con patio y jardín.
Pertenezco
a mi cuerpo y mis sentidos
A
mis recuerdos, a mi futuro y a la
palabra traidora.
Pertenezco
al matrimonio
hasta
que la muerte me separe.
A
la lujuria,
a
los peces que devoro
y
a las reses que pastan.
Pertenezco
a la raíz.
Y
tú
altiva
y generosa constructora de las piedras,
fértil
provincia y señalada,
en
plena posesión de tus ovarios y la leche
No
me perteneces.